Por Guillermo Cifuentes
“Cuanto me alegro de que pintes conmigo en blanco y negro graffitis en los muros del planeta y si falta un color en mi paleta regálamelo tú”. Pablo Milanés – Víctor Manuel
En la aventura del estudio de los movimientos sociales han estado involucrados conocidos y comprometidos cientistas sociales como Touraine, Tarrows, Tilly, Dos Santos, Bambirra y otros, sin olvidar “El Mito Roto” de Laura Faxas, cuyo repaso, igual que las otras lecturas, provocan un placer diferente cuando se pueden ir contrastando las explicaciones desde las ciencias políticas, la sociología y la historia con lo que está ocurriendo en la calle y, sin ir muy lejos, con lo que está ocurriendo con la Marcha Verde.
La discusión fundamental no es si acaso a la última manifestación fueron más o menos verdes. El asunto va por otro lado y no hace falta profundizar demasiado para asumir que, aunque algunos lo crean, nada de lo que ocurre es en realidad novedoso. La bibliografía referida en el párrafo anterior lo comprueba.
De entrada se advierte en la Marcha Verde, una gran tensión, que de alguna manera ya escrutamos hace unas semanas atrás y sintetizábamos en que los activistas sociales difícilmente pueden tener éxito cuando intentan resolver asuntos políticos. Es mucho peor cuando algunos incorporan asuntos políticos al debate queriendo aparentar que no lo son, para dejar fuera a quienes de verdad, con sus virtudes y defectos, deben asumirlos: los y las políticas.
Para decirlo más gráficamente, la Marcha Verde está tensionada entre el “vinchismo” y el “bachismo” (ambos con versión 2.0): los primeros creen que a la Marcha Verde le iría mucho mejor si incorporara a su repertorio de “objetivos comunes” el tema de la falta de control en la frontera y los segundos abogan porque los partidos políticos se disuelvan en beneficio de la Marcha Verde o que se subordinen a ella.
Para el estudio de los movimientos sociales es absolutamente recomendable la obra de Sydney Tarrow “Poder en movimiento” (está en la librería). Entre otros temas, en ese texto se nos muestra como los nacionalismos conllevan una “forma exagerada de los marcos de significado que existen en todos los movimientos sociales”, el extremismo que conduce, también en el caso de los movimientos religiosos, a violencia casi siempre extrema. Bien por la Marcha Verde por no asumir esta vertiente que podríamos llamar de derecha.
Por igual, es inconveniente la segunda posición que hemos puesto por razones analíticas en el otro extremo aunque no se corresponde con posiciones de izquierda. Lo aclaro puesto que no es posible considerar izquierdistas a quienes sin explicación se alejan de la vieja tradición que explica las movilizaciones sociales por efecto de las crisis sociales y la conciencia de clase (Marx), el partido que impide quedarse en la reivindicación “light” (Lenin) o los “intelectuales orgánicos” y el “bloque histórico” de Gramsci. La disolución de los partidos o su subordinación, por su radicalismo respecto de la política sólo puede encontrar algún sustento en un extremismo neoliberal que renuncia a los cambios y al fin de la impunidad en beneficio de ideas medio fascistoides –corporativistas, por lo menos- que pueden llegar incluso a levantar una simbología extraña acerca de las acciones colectivas, como vender asociaciones empresariales que defienden “intereses nacionales”, como si los intereses empresariales no fueran legítimos.
El tema de la subordinación de la política al movimiento social, es un fenómeno absolutamente original, sin referencias territoriales o temporales lo que invita a tener una duda razonable acerca de hacia dónde puede conducir un movimiento cuya relación con la política pudiera resultar tan extraña.
La entrada de la academia y de la política a la discusión es imperiosamente necesaria para asumir toda la riqueza conceptual de los estudios existentes, entre los que destacamos lo que bien identifica Tarrow, como cuatro propiedades empíricas de los movimientos sociales: el desafío colectivo, objetivos comunes, solidaridad e interacción mantenida. Respecto a la problemática local hoy sólo quiero detenerme en dos de ellas: solidaridad e interacción mantenida.
La solidaridad es “el reconocimiento de una comunidad de intereses lo que traduce el movimiento potencial en una acción colectiva” y que explica la obligación permanente de los líderes por explotar “sentimientos enraizados y profundos de solidaridad o identidad”. A la luz de los últimos acontecimientos tales sentimientos parecen estar en retirada debilitando la principal fuente de identidad de la Marcha Verde y de todo movimiento social: la relación disruptiva, conflictiva con el adversario.
Igualmente importante es la “interacción mantenida”. Dice Tarrow que “Un episodio de confrontación sólo se convierte en un movimiento social merced al mantenimiento de la actividad colectiva frente a los antagonistas” y eso parece haber sido definitivamente abandonado por Marcha Verde. Puede cualquier observador desapasionado llegar a conclusiones parecidas a las nuestras luego del esfuerzo programático que no aportó nada nuevo si lo enfrentamos con las propuestas de algunos de los candidatos en las elecciones pasadas. Claro, también pudieron contactar a Polétika, pero me temo que ya es tarde pues ellos están ahora ocupados por los delitos cometidos en Haití, por una de sus fuentes de financiamiento.
La semana recién pasada la Procuraduría solicitó al Juez Ortega, la ampliación del plazo para la investigación del caso Odebrecht o, lo que en palabras de Tarrow, son las “estructuras de oportunidades políticas: Dimensiones consistentes –aunque no necesariamente formales, permanentes o nacionales- del entorno político que fomentan la acción colectiva entre la gente”. Aunque esas dimensiones consistentes fueron las que dieron origen a la Marcha Verde, el movimiento no apareció por ninguna parte, ni exigiendo mayores esfuerzos del Procurador ni dándole apoyo al Juez Ortega, que es el héroe del Poder Judicial cuando otros (as) jueces han renunciado a hacer el trabajo.
Así las cosas, desde la teoría construida a partir de investigaciones o de la historia, etc. no tenemos más que reconocer a los que saben cuando nos enriquecen con otro interesante concepto, el de las “Restricciones políticas: Factores que desincentivan dicha acción (como la represión, pero también la capacidad de las autoridades de presentarse como un bloque sólido frente a los rebeldes”. La ausencia de la Marcha Verde de los eventos donde el juez autorizó cuatro meses más de plazo para la investigación, tal vez anuncie el abandono de las “estructuras de oportunidades políticas” (Odebrecht) y la llegada de las “restricciones políticas”. Esto es mucho mas decisivo y definitivo que, como dije antes, discutir acerca de cuántos fueron a la última manifestación.